Utilizo durante el proceso del dibujar la mente consciente, pero procuro hacerlo lo menos posible, abriendo ampliamente las ventanas a la intuición y al subconsciente, pues éste es mucho más sabio que el intelecto.
Nunca uso regla o compás, pues me supondrían un freno en mi libertad de intuición, pensamientos y movimientos. El dibujo ha de avanzar con la máxima ligereza posible. Y de surgir complicaciones, hago una pausa más o menos larga durante la cual observo lo plasmado sobre el papel hasta ese momento, hasta que vuelvo a encontrar un camino a seguir. Le doy más importancia a la transmisión de una idea final y a un dibujar entregado, distendido e inspirado, que a la exactitud técnica. Como cuando me meto en el Mar: no uso artilugio alguno, como puedan ser tabla, aletas, gafas o demás. Y a ser posible, tampoco bañador. En ese sentido, es mi sensación durante el acto de dibujar, la que tiene para mí más trascendencia que el dibujo en sí. Asumo la imperfección como parte del proceso creativo. Podríamos denominarlo la expresión de un “Enzo Abierto”. Cuando dibujo, no solo quiero pasarlo bien, sino que lo hago concentrado. Hasta el punto de que me olvido de fumar o tomar una cerveza. He de caer en la cuenta de mi estado, soltar el lápiz y darme tiempo para un descanso, durante el cual libero a mi mente del dibujo a propósito, con el fin de que sea el subconsciente el que haga de avanzadilla para encontrar nuevas ideas. Tal como dije anteriormente, sé que éste es mucho más sabio que el intelecto, y que además es capaz de trabajar de manera autónoma.
Por lo general carece de sentido buscarle a mis dibujos un mensaje racional, aunque algunos lo tengan. Tendemos a querer ver algo (cosas del intelecto), un objeto concreto debido a la equivocada idea de que todo ha de poder ser comprendido por la mente consciente. Pretendo que el observador contemple el dibujo o la pintura como si fuera música y ésta le transmita sensaciones. Y habrá tantas como observadores. Desde el momento en el que un individuo ve un dibujo, ya es “suyo”, pues ha visto y sentido algo único que solo él es capaz de percibir.
Busco crear sensaciones e ideas en el observador. Si un dibujo mío no le escandaliza, inquieta, alegra o cuanto menos llame su atención, no habré logrado mi objetivo secundario de transmitirle algo. El principal radica en darle expresión a mi interior.
Con el título, aunque casi siempre relacionado con el dibujo, pretendo que suponga lo que para mí el primer elemento plasmado sobre el papel. Es decir, el primer paso para comenzar un paseo de interpretación en el sentido intuitivo por parte del observador. Suponiendo que desee tomarse el tiempo de pasear. En otros casos el título es aleatorio. Una suerte de adorno en forma de palabras. El otro día le envié a una amiga una imágen de mi último dibujo. Me dijo que lo primero que había visto era una plaza de toros con el astado en el centro del ruedo (aunque tan solo fuera un punto de color rojo granate). Sin embargo, mi título era: “Objeto en Estado de Levitación Metafísica No Identificado” Jamás se me hubiera ocurrido una plaza de toros. Es importante e interesante lo que los demás observadores/as son capaces de ver. En este caso, el título surgió al dibujar intencionadamente la estrella, la cual fue el último elemento tenido en cuenta.
Ya indiqué, que aconsejo no utilizar el intelecto. A no ser que quieras adentrarte en un laberinto sin salida. Y si es tu deseo, te empeñas y lo consigues, procura darle una interpretación racional que te deje satisfecho/a. Son muy pocos mis dibujos o pinturas que expresen un tema conflictivo, doloroso o molesto. Al menos según mi moral personal. Pero lo que veas será tu interpretación. Yo no soy capaz de cerrar el círculo, pues se tratará más bien de un “Enzo Abierto”. En ese sentido tan solo soy un medio para expresar algo proveniente de mi interior. Con eso y lo sentido durante el acto creativo, me doy por contento.
En relación a la confianza e importancia que le doy al subconsciente, Hermann Hesse decía que la mente es como un profundo lago: la mente consciente es la superficie, mientras que la subconsciente supone toda su profundidad. Yo, inspirado por la filosofía budista, aún voy más allá y añado que el lago no tiene fondo, sino que se funde con la energía cósmica vital. Pero esto ya es una interpretación de la Realidad, y como tal, no es más que una entre la de todos los demás seres sintientes.
Afortunadamente no soy artista profesional, por lo que carezco de presión externa que pueda influir en mi creación. Para expresarlo en plata: dibujo por inquietud creadora, por gusto, y lo que me viene en gana, o lo que he visualizado y me ha venido a la mente durante el día. Pero en ningún caso de manera superficial. Me involucro con la creación y echo toda la leña al fuego desde el principio.
El acto de crear ha de ser así. En mi opinión, un amor calculado no sirve.
Se da otro aspecto: he descubierto que lo que podríamos interpretar como un error al dibujar, suele ser una artimaña del subconsciente por no estar de acuerdo con la idea o el camino que el intelecto ha elaborado. Es al caer en la cuenta de este aspecto, que asumo el “error”, o la nueva realidad, y sigo adelante a partir de él. Curiosamente suele ser para bien.
Es raro que deseche un dibujo por considerarlo malo. A no ser que realmente me lo parezca. Me ha de gustar y darme la sensación de que es bueno. Aunque me encuentre a mitad de creación y lo surgido hasta ese momento no sea de mi agrado, hago lo posible por darle la vuelta, buscar otro camino, y dirigirme hacia un resultado que me parezca satisfactorio.
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