El dibujo expresa de alguna manera la relación emocional que tengo con mi coche. No. No es nuevo. Lo tengo muy bien cuidado, y tiene 29 años. Pero desde la manera animista de interpretar la Realidad, tiene espíritu. Todo tiene espíritu. A mi coche le hablo. No en voz alta, pues no ando chalado, pero sí mentalmente. Y le doy unas palmaditas de gratitud y ánimo de vez en cuando. No es una cosa de usar y tirar. Así me relaciono con los objetos que me rodean.
En cierta ocasión una mujer me pidió ayuda, pues su coche no arrancaba. Me senté en asiento del conductor y físicamente no estuve haciendo nada durante unos dos minutos. Tan solo permanecer sentado. La mujer debería de pensar que yo no estaba muy bien. Sin embargo, yo me estaba comunicando mentalmente con el espíritu del coche. “Ah,…¿no te tratan bien?” Cuando sentí que el vehículo se daba por contento debido a la atención que le había dedicado, y noté que había surgido empatía entre los dos, alargué lentamente mi mano, la llevé hasta la llave de contacto, y la giré enviándo en esos momentos energía especialmente dedicada a mi intención de poner el motor a fucionar, y… “¡Ruuuun!” El vehículo se puso en marcha.
El dibujo se fue formando mientras dibujaba. No tenía visualización del resultado preconcebida.
Busco crear sensaciones e ideas en el observador. Si un dibujo mío no le escandaliza, inquieta, alegra o cuanto menos llame su atención, no habré logrado mi objetivo secundario de transmitirle algo. El principal radica en expresar mi interior.
Afortunadamente no soy artista profesional, por lo que carezco de presión externa que pueda influir en mi creación. Para expresarlo en plata: dibujo por gusto y lo que me viene en gana, o lo que he visualizado y me ha venido a la mente durante el día. Pero en ningún caso de manera banal. Me involucro con la creación y echo toda la leña al fuego desde el principio.
El acto de crear ha de ser así. En mi opinión, un amor calculado no sirve.
Se puede decir que mis comienzos en el dibujo fueron a los diecisiete años. Con bolígrafo BIC y mientras me encontraba en clase escuchando algo que no me interesaba. Desde entonces no he sido constante, pudiendo pasar años entre dos fases activas.
Quise estudiar Bellas Artes en Nuremberg, cuando Alemania es más bien destino para formarse en asuntos tecnológicos, y rechazaron mis dibujos. El catedrático al que pedí explicaciones me dijo que “no intentara hacer arte”, entrenara la mano y me volviese a presentar al curso siguiente. No lo hice. Entrenar la mano, sí. Pero no volver a presentarme. Pobre hombre: no supo entender que yo sencillamente me había estado expresando. Posiblemente no me entendió por ser él demasiado técnico. Con el tiempo entendí que habían querido ver dibujo académico, aspecto que, por supuesto es de apreciar, que el catedrático tenía parte de razón, pero que a mi entender en algunos casos tiene más que ver con artesanía que con sincera e ingeniosa expresión desde lo más profundo. Sin ánimo de querer generalizar, tan solo diré que yo lo siento así al dibujar: si busco la perfección del dibujo técnicamente en una medida que me resulta incómoda, dejo de ser espontáneo y eso me coarta en la improvisación. También es cierto que técnicamente no paso de considerarme más que medianamente bueno o, comparado con otros artistas, directamente malo. Al no haber pasado por facultad alguna, lo cual me podría haber estropeado, soy autodidacta. Sin embargo, no me importa. Conozco mis límites técnicos y no intento ir más allá a por algo que no domino. Lo repito: mi finalidad al dibujar es saber expresar lo que siento y que el resultado, que obviamente quiero compartir, sea ingenioso e interesante.
Desde hace tres meses me encuentro en fase activa.
Si tuvieras interés en ver más del 90% de lo creado hasta ahora, te invito a que visites mi cuenta en Instagram: art_namaskar
Gracias por tu atención.
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