Mientras dibujaba las casas que tenía en frente, me encontraba en el patio o jardín del hotel en el que siempre me hospedo en Katmandú, tomándo una cerveza. Fue en el 2009. Entonces aún no tenía la amplia gama de lápices de colores de calidad que tengo ahora, sino tan solo una cajita de seis pequeños lápices que había comprado en una tienda china antes de emprender viaje a Nepal.
El dibujo quedó sin concluir porque tras un buen rato surgieron ganas de caminar. De la verja rojiza hacia el margen inferior del papel quedó en blanco. Hasta febrero del 2023, cuando decidí finalizarlo. Recuerdo bien lo que se encontraba debajo de la verja, sin embargo, esa zona se encontraba en la sombra y hubiese sido muy difícil afinar con detalles. Es por ello, que esa parte del dibujo es una interpretación. Para bien.
Busco crear sensaciones e ideas en el observador. Si un dibujo mío no le escandaliza, inquieta, alegra o cuanto menos llame su atención, no habré logrado mi objetivo secundario de transmitirle algo. El principal radica en expresar mi interior.
Se puede decir que mis comienzos en el dibujo fueron a los diecisiete años. Con bolígrafo BIC y mientras me encontraba en clase escuchando algo que no me interesaba. Desde entonces no he sido constante, pudiendo pasar años entre dos fases activas.
Quise estudiar Bellas Artes en Nuremberg, cuando Alemania es más bien destino para formarse en asuntos tecnológicos, y rechazaron mis dibujos. El catedrático al que pedí explicaciones me dijo que “no intentara hacer arte”, entrenara la mano y me volviese a presentar al curso siguiente. No lo hice. Entrenar la mano, sí. Pero no volver a presentarme. Pobre hombre: no supo entender que yo sencillamente me había estado expresando. Posiblemente no me entendió por ser él demasiado técnico. Con el tiempo entendí que habían querido ver dibujo académico, aspecto que, por supuesto es de apreciar, que el catedrático tenía parte de razón, pero que a mi entender en algunos casos tiene más que ver con artesanía que con sincera e ingeniosa expresión desde lo más profundo. Sin ánimo de querer generalizar, tan solo diré que yo lo siento así al dibujar: si busco la perfección del dibujo técnicamente en una medida que me resulta incómoda, dejo de ser espontáneo y eso me coarta en la improvisación. También es cierto que técnicamente no paso de considerarme más que medianamente bueno o, comparado con otros artistas, directamente malo. Al no haber pasado por facultad alguna, lo cual me podría haber estropeado, soy autodidacta. Sin embargo, no me importa. Conozco mis límites técnicos y no intento ir más allá a por algo que no domino. Lo repito: mi finalidad al dibujar es saber expresar lo que siento y que el resultado, que obviamente quiero compartir, sea ingenioso e interesante.
Desde hace tres meses me encuentro en fase activa.
Si tuvieras interés en ver más del 90% de lo creado hasta ahora, te invito a que visites mi cuenta en Instagram: art_namaskar
Gracias por tu atención.
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