Este dibujo surgió teniendo en mente un tema e incluso un objeto determinado. El objeto es una figura africana de bronze de unos veinte centímetros de altura realmente buena. Ignoro si antigua, pero no reciente. El tema, por lo tanto, se me antojó africano. Desde el principio tenía una ligera idea del resultado, aunque durante el proceso añadiera otros elementos, concretamente el elefante, el Archipiélago Canario y el de Cabo Verde, que junto a las Madeira y las Azores forman la Macaronesia, enmarcados en sendos hexágonos. Como fondo la mitad norte del continente africano. Hasta ahora en casi la totalidad de mis obras incluía un Sol, como fuente de energía que da vida a nuestro planeta e incluso como un dios. Concretamente Ra, el dios de los egipcios de la antiguedad. Sin embargo, de un tiempo para acá no siempre lo plasmo sobre el dibujo. ¿La razón? No soy consciente de ninguna concreta. El elefante puede no haber sido dibujado con exactitud técnica. Podría haberme documentado y copiarlo de una fotografía, sin embargo, decidí arriesgar y dibujarlo a raíz de lo que mi mente daba de sí. Aunque jamás hubiese dibujado uno. ¿Por qué un elefante? Me parece el animal más representativo del continente, junto al león. De la misma manera que lo es para mí el tigre en Asia. Claro que hay muchas más especies, sin embargo, éstas me parecen las más poderosas.
Este dibujo, en realidad pretendía ser mi parte de un trueque. Y es que la madre de mi hijo tenía dos figuras diferentes arrinconadas. Me gustó sobremanera la que he dibujado y quedamos en que me cambiaba su figura, a la que al parecer no daba gran valor por un dibujo de la misma. Cuando hablo de valor no estoy diciendo que tomé algo caro a cambio de un par de noches de trabajo, pues ignoro completamente el valor económico que pueda tener dicha figura. La madre de mi hijo es buena gente, aunque cabra loca, por lo que nunca me volvió a preguntar por el dibujo. Y yo partí de la base que tan poco le interesaba la figura como mi dibujo.
Carece de sentido buscarle al dibujo un mensaje racional concreto, a pesar de contener un tema. Pretendo que el observador lo contemple como si fuera música y ésta le transmita sensaciones. Y habrá tantas como observadores. Desde el momento en el que un individuo ve el dibujo, ya es “suyo”.
Busco crear sensaciones e ideas en el observador. Si un dibujo mío no le escandaliza, inquieta, alegra o cuanto menos llame su atención, no habré logrado mi objetivo secundario de transmitirle algo. El principal radica en expresar mi interior.
Tal y como ya indiqué, no aconsejo utilizar el intelecto. A no ser que quiera adentrarse en un laberinto sin salida. Y si se empeña y lo consigue, dele una interpretación racional que le deje satisfecho/a. Pero será su interpretación. Yo no soy capaz de cerrar el círculo. En ese sentido tan solo soy un medio para expresar algo proveniente de mi interior. Con eso y lo sentido durante el acto creativo, me doy por contento.
En relación a la confianza e importancia que le doy al subconsciente, Hermann Hesse decía que la mente es como un profundo lago: la mente consciente es la superficie, mientras que la subconsciente supone toda su profundidad. Yo, inspirado por la filosofía budista, aún voy más allá y añado que el lago no tiene fondo, sino que se funde con la energía cósmica vital. Pero esto ya es una interpretación de la Realidad, y como tal, no es más que una entre la de todos los demás seres sintientes.
Afortunadamente no soy artista profesional, por lo que carezco de presión externa que pueda influir en mi creación. Para expresarlo en plata: dibujo por gusto y lo que me viene en gana, o lo que he visualizado y me ha venido a la mente durante el día. Pero en ningún caso de manera superficial. Me involucro con la creación y echo toda la leña al fuego desde el principio. En este caso podría calificarlo como un encargo, y que como tal me lo tomé. De manera que me ceñí al tema que ya he descrito.
Se puede decir que mis comienzos en el dibujo fueron a los diecisiete años. Con bolígrafo BIC y mientras me encontraba en clase escuchando algo que no me interesaba. Desde entonces no he sido constante, pudiendo pasar años entre dos fases activas.
Quise estudiar Bellas Artes en Nuremberg, cuando Alemania es más bien destino para formarse en asuntos tecnológicos, y rechazaron mis dibujos. El catedrático al que pedí explicaciones me dijo que “no intentara hacer arte”, entrenara la mano y me volviese a presentar al curso siguiente. No lo hice. Entrenar la mano, sí. Pero no volver a presentarme. Pobre hombre: no supo entender que yo sencillamente me había estado expresando. Posiblemente no me entendió por ser él demasiado técnico. Con el tiempo entendí que habían querido ver dibujo académico, aspecto que, por supuesto es de apreciar, que el catedrático tenía parte de razón, pero que a mi entender en algunos casos tiene más que ver con artesanía que con sincera e ingeniosa expresión desde lo más profundo. Sin ánimo de querer generalizar, tan solo diré que yo lo siento así al dibujar: si busco la perfección del dibujo técnicamente en una medida que me resulta incómoda, dejo de ser espontáneo y eso me coarta en la improvisación. También es cierto que técnicamente no paso de considerarme más que medianamente bueno o, comparado con otros artistas, directamente malo. Al no haber pasado por facultad alguna, lo cual me podría haber estropeado, soy autodidacta. Sin embargo, no me importa. Conozco mis límites técnicos y no intento ir más allá a por algo que no domino. Lo repito: mi finalidad al dibujar es saber expresar lo que siento y que el resultado, que obviamente quiero compartir, sea ingenioso e interesante.
Desde hace tres meses me encuentro en fase activa.
Si tuvieras interés en ver más del 90% de lo creado hasta ahora, te invito a que visites mi cuenta en Instagram: art_namaskar
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