Relacionado con “El Humano de la Antena en la Oreja” por su temática extraterrestre, este dibujo surgió por medio de la intuición de una idea preconcebida, pero sin forma, la cual se fue creando a medida que iba avanzando.
He de comentar, que me considero un viajero del universo, desde el punto de vista budista. En esta existencia habito un cuerpo al que llaman Eduardo, y sé que tarde o temprano lo he de devolver, pues tan solo es prestado. No es mío. Está compuesto de materia terrícola y esa materia ha de volver a la Pachamama, la Madre Tierra, para que yo pueda proseguir mi viaje.
Siento la existencia de “los dioses”, seres extraterrestres superiores al humano, que llevan millones de años viviendo sobre este planteta. Son los atlantes, habitantes de la Atlántida, que según cuenta la leyenda, quedó sumergida en el Océano Atlántico. Pacíficos puros. Sin masa ni peso alguno. Luminosos y transparentes a la vez. Capaces de trasladarse por el Cosmos de manera instantánea, una no velocidad superior a la de la luz. Instantánea como lo es la telepatía.
El dibujo refleja lo que he deseado muchas veces: que me vengan a buscar. Me siento uno de los últimos tripulantes en abandonar este planeta. Sin embargo, sé que eso no ocurrirá hasta que no haya concluido una misión que conscientemente ignoro en qué consiste, pero que estoy llevando a cabo.
Es la idea del dibujo. ¿Fantasías animadas de ayer y hoy? Puede ser. Puede que no.
El dibujo va surgiendo, en una simbiosis entre el intelecto y la intuición. Utilizo durante el proceso del dibujar la mente consciente, pero procuro hacerlo lo menos posible, abriendo ampliamente las ventanas a la intuición y al subconsciente.
Busco crear sensaciones e ideas en el observador. Si un dibujo mío no le escandaliza, inquieta, alegra o cuanto menos llame su atención, no habré logrado mi objetivo secundario de transmitirle algo. El principal radica en expresar mi interior.
El título, normalmente está relacionado con el dibujo. En otros casos el título es aleatorio. Una suerte de adorno en forma de palabras. El otro día le envié a una amiga una imagen de mi último dibujo. Me dijo que lo primero que había visto era una plaza de toros con el astado en el centro del ruedo (aunque en el dibujo tan solo fuera un punto de color rojo granate). Sin embargo, mi título era: “Objeto en Estado de Levitación Metafísica No Identificado” Jamás se me hubiera ocurrido una plaza de toros. Es importante e interesante lo que los demás observadores/as sean capaces de ver.
En relación a la confianza e importancia que le doy al subconsciente, Hermann Hesse decía que la mente es como un profundo lago: la mente consciente es la superficie, mientras que la subconsciente supone toda su profundidad. Yo, inspirado por la filosofía budista, aún voy más allá y añado que el lago no tiene fondo, sino que se funde con la energía cósmica vital. Pero esto ya es una interpretación de la Realidad, y como tal, no es más que una entre la de todos los demás seres sintientes.
Afortunadamente no soy artista profesional, por lo que carezco de presión externa que pueda influir en mi creación. Para expresarlo en plata: dibujo por gusto y lo que me viene en gana, o lo que he visualizado y me ha venido a la mente durante el día. Pero en ningún caso de manera banal. Me involucro con la creación y echo toda la leña al fuego desde el principio.
El acto de crear ha de ser así. En mi opinión, un amor calculado no sirve.
Se puede decir que mis comienzos en el dibujo fueron a los diecisiete años. Con bolígrafo BIC y mientras me encontraba en clase escuchando algo que no me interesaba. Desde entonces no he sido constante, pudiendo pasar años entre dos fases activas.
Quise estudiar Bellas Artes en Nuremberg, cuando Alemania es más bien destino para formarse en asuntos tecnológicos, y rechazaron mis dibujos. El catedrático al que pedí explicaciones me dijo que “no intentara hacer arte”, entrenara la mano y me volviese a presentar al curso siguiente. No lo hice. Entrenar la mano, sí. Pero no volver a presentarme. Pobre hombre: no supo entender que yo sencillamente me había estado expresando. Posiblemente no me entendió por ser él demasiado técnico. Con el tiempo entendí que habían querido ver dibujo académico, aspecto que, por supuesto es de apreciar, que el catedrático tenía parte de razón, pero que a mi entender en algunos casos tiene más que ver con artesanía que con sincera e ingeniosa expresión desde lo más profundo. Sin ánimo de querer generalizar, tan solo diré que yo lo siento así al dibujar: si busco la perfección del dibujo técnicamente en una medida que me resulta incómoda, dejo de ser espontáneo y eso me coarta en la improvisación. También es cierto que técnicamente no paso de considerarme más que medianamente bueno o, comparado con otros artistas, directamente malo. Al no haber pasado por facultad alguna, lo cual me podría haber estropeado, soy autodidacta. Sin embargo, no me importa. Conozco mis límites técnicos y no intento ir más allá a por algo que no domino. Lo repito: mi finalidad al dibujar es saber expresar lo que siento y que el resultado, que obviamente quiero compartir, sea ingenioso e interesante.
Desde hace tres meses me encuentro en fase activa.
Si tuvieras interés en ver más del 90% de lo creado hasta ahora, te invito a que visites mi cuenta en Instagram: art_namaskar
Gracias por tu atención.
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